¿Te perdiste?

10 de enero de 2011

Leucosea, la sirena

En el centro del Mediterráneo
reside una voz que no se puede ver,
a cada hora, perfora el cráneo
y es de saber, para todo mercader,
que es vano ignorarla
y esquivarla lo más sano.

Se convierte en menester evadirla
si se quisiere mantener la vida.
Se siente uno imprudente al oírla,
en los arrecifes se busca la salida.
Y así, el arrecife está repleto (del amor)
de naves que (jamás) se vieron con el silencio.

De su belleza no hay un concepto
con que se pueda abarcarla entera
de no tenerla se arrepiente el inepto
y su silueta es lo que más quisiera.
Enloquece, él, por alcanzarla,
y la angustia lo degenera.

Cuando no se escucha una exhalación
el silencio se convierte en su arma
más letal que una canción, que la atracción
la nada se convierte en su adarga.
Por cada segundo en que no se pronuncia
(una palabra), cala más hondo el suspenso.

Pero lo que mata a cualquier navegante
es la ceguera que su voz genera,
y verle se hace tan interesante
que uno se olvida de quién era.
No lloran los caballeros por Dulcinea.
Atados a un mástil, lloramos por Leucosea.

8 de enero de 2011

Cereza-Marte

Existir es soñarte, y besar son tus manos.
Extrañar es sacarle lágrimas a la almohada por las noches.

Querer es mirar a las estrellas y pedirles noticias de tus ojos.
Echar en falta es abrazarse el pecho, para que no se abrase el corazón.

Desear es mirarse abatido los brazos vacíos.
Implorar es pensar entre suspiros.

Vivir, sin tu amor, es solamente respirar.
Y respirar, mi amor, no puede llamarse "vida".